Primera Parte: El idilio
Cuando menos te lo esperas, tienes la edad de Radio Televisión Española. Has vivido el franquismo, la transición, el largo y curvo camino de nuestra democracia. En estos años nuevos para todos te has esforzado, con muchos, por ser parte de la justicia, de la armonía y de la solución. Has sido ignorante, inocente, torpe o ciega, pero también indulgente, comprometida y laboriosa. Es difícil adaptarse a los tiempos vertiginosos y convulsos intentando no perder el equilibrio ético. Pero tú no te quejas: tienes amigos cómplices, ojos que te miran a los ojos. Y, durante todo este tiempo, has tenido una pléyade de voces susurrándote. Eran voces que interpretaban y enriquecían tu conciencia, voces que sabían alojarse en tu pensamiento, que te poblaban como una familia feliniana ruidosa. Eran las voces de tus “medios de comunicación”, los que fueron elegidos por tu entendimiento y tu condición. Los “medios” que le ponían palabras de freno a la injusticia, a la arritmia de la realidad, al problema. Eran esas voces, tantas veces leídas, escuchadas en paralelo a tu vida, a tu miedo, tu esperanza, tu dolor, tu ternura, tu sueño. Sus temas eran tus temas: la defensa de la palabra, el respeto al diferente, la vertebración de España, el pluralismo lingüístico, la lucha contra la corrupción urbanística, el chapapote, el no a la guerra, la renuncia a todo tipo de violencia, también la de género, también la verbal, también la del pellizco disimulado.
Durante todos estos años has invertido tu dinero y tu ocio en esos diario, en sus suplementos y colecciones, en el Internacional cuando has vivido el mutismo del extranjero, en el Digital cuando ha llegado la era. Esas radios han sido, eran, fueron un habitante más de tu casa. Esos medios eran tus medios ambientes. Eras usuario de sus Canales, televidente de sus programas. Sin ellos, pocos referentes quedan, pocas sombras angelicales. ¿Cómo denunciar ahora, desde el respeto en el que crees firmemente, el daño inflingido por tus medios a tu confianza y a tu convicción?
Segunda Parte: La crisis
Un fatídico verano, tu hijo menor anhelaba un MP4. Tu periódico ofrecía, en colaboracion con el hipermercado del macrocentro, un MP4 mediante un sistema de puntos. ¿Por qué no lo compraste en la tienda? Porque te dijiste: “mucho mejor si es una oferta de mi periódico”.
Pero el MP4 nunca funcionó. Ni el tuyo ni el de muchos de tus compañeros de generación e ideología. Y entonces sucedió: tu Periódico se amilanó, se escondió tras los mensajes robóticos de los departamentos de reclamaciones. Tu Medio desapareció en la selva de las frases pregrabadas: ese “vuelva usted mañana” en forma de silogismo enloquecedor “si desea X, luego marque Y”.
Tercera Parte: La carta de despedida
“Señores directivos de “mis medios”:
Desde este verano no he vuelto a comprar mi periódico, ni lo haré -aún a pesar de que no estoy acostumbrado a otras versiones de la realidad- hasta no desentrañar su grado de coherencia.
Por todas las injusticias que ustedes han denunciado. Por esa sociedad a la que siempre han defendido, donde el ciudadano encuentre siempre a otro ciudadano y donde el perjudicado encuentre siempre una rectificación, declaro no a su subterfugio virtual, no a su mutante autómata telefónico, no a su pseudorespuesta esquiva, no a que sus redactores redacten escusas cibernéticas.
Por todas esas ideas millones de veces esgrimidas, vertidas, emitidas, vendidas, tendrán que demostrarme que no se han convertido ustedes en otra exquisitez del marketing. Por los días de vino y rosas, denle al césar lo que es del césar ya que carecemos de dioses. No dejen que ese poco sea el precio de la dignidad. Más de treinta años de confianza no deberían sucumbir al vuelo de una mariposa.
¿O sí? ¿O ya no hay vida más allá de la tecnocracia?
Muchas gracias. Disculpen la longitud, la incertidumbre, la insolencia y la ironía.”
Estrambote:
Desde el día del mp4 a esta parte, tus medios de comunicación no han hecho otra cosa que venderse al mejor postor. La profecía se ha cumplido. La mariposa ha muerto. De todas formas ahora, a pesar de la crisis, los niños no quieren el mp4, sino el i-pod.
